jueves, 20 de septiembre de 2012

Margaret, la sin hijos


Esta es, por lo tanto, la historia de ella. Unos cuatro años atrás su marido trajo al hogar un bebé, que dijo lo había hallado tirado en la calle, y que ellos concluyeron iban a adoptar. Casi un año después de eso trajo al hogar otro, y la buena mujer pensó que podía aguantar a ése también. Un período similar pasó, cuando una noche él abrió la puerta y cayó de cabeza en la habitación, jurando con estudiada corrección sobre un perro que se había tropezado con él, pero que tras una inspección resultó ser otro bebé. La sospecha de Margaret se despertó pero, para aliviar la suya, se apresuró a implorarle que adoptaran a ese querido asimismo, con lo que, después de alguna ligera vacilación, él consintió. Otros doce meses rodaron a la eternidad, cuando una noche la dama oyó un ruido en el patio trasero, y yendo afuera vio a su marido laborando en el molinete del pozo con inusitada industria. Cuando el balde se acercó al tope él alcanzó abajo y extrajo a otro infante, exactamente igual que los anteriores, y teniéndolo arriba explicó a la matrona asombrada:
-Mira esto ahora, ¿has visto tú jamás a un joven tan dulce, ir de campaña por la comarca sin una linterna y cayéndose en los pozos? Ahí, lleva a la pobre cosa pequeña al fuego, y quítale la ropa mojada.
Súbitamente, le cruzó como un destello por la mente que había descuidado una obvia precaución, la ropa no estaba mojada, y agregó apresurado:
-No hay que decir qué habría sido de él, una bajada a gatas por esa soga, si yo no lo hubiera visto antes de que se fuera abajo al agua.
En silencio, la buena esposa llevó a ese infante adentro de la casa y lo desvistió, con tristeza lo colocó junto a sus pequeños hermanos y hermana, lloró sobre el cuarteto largo tiempo y con amargura; y entonces, con una tierna mirada a su señor y amo, que fumaba en silencio solemne junto al fuego, y semejaba a éstos con todas sus fuerzas, acomodó su chal alrededor de sus hombros encorvados y se fue lejos en la noche.

Título original: Margaret the Childless, publicado por primera vez en The Fiend's Delight, 1873, con la firma: "Dod Grile".
Imagen: Carl Wilhelm Huebner, The Mourning Widow, 1852.