viernes, 21 de septiembre de 2012

La muchacha del sr. Grile


En una lectura sobre las muchachas, Cady Stanton contrastó el espíritu boyante de los varones jóvenes, con el desaliento enfermizo de las mujeres inmaduras. Eso, decía ella, es porque las últimas son agudamente sensibles al hecho, de que no tienen un objetivo en la vida. ¡Eso es una triste, triste verdad! No hace más que el año pasado la muchacha más joven del escritor, Gloriana, una rubia de piel lechosa cerca de los catorce, vino pensativa a su padre con grandes lágrimas en sus ojos pequeños, y un olvidado bocado de pan con mantequilla yaciendo sin masticar en su boca.
-Papá -murmuró la pobre cosa-, me estoy poniendo un poco horrible, y mi ropa no parece quedarme bien por detrás. Mis días están llenos de anhelos no gratificados, y mis noches no se ponen nada mejor. Papá, yo pienso que la sociedad necesita volverse de adentro para afuera, y raspar. ¡Yo no he tenido nada a qué aspirar, ningún objetivo, ni nada!
La criatura desolada se derramó con soltura en una silla con asiento de mimbre, y su pesar se rompió “como un gran dique roto.”
El escritor la elevó a su rodilla con ternura y la mordió en el cuello con suavidad.
-Gloriana -dijo él-, ¿tú has masticado toda esa melcocha en dos días?
Un sollozo ahogado fue su franca confesión.
-Ahora, mira aquí, Glo -continuó el progenitor bastante severo-, no me dejes oír nunca más sobre las “aspiraciones”, que siempre están adulteradas por una terra alba sin objetivos, que te va a dar cólicos como cualquier cosa. ¡Tú justo toma estas dos piezas de chelines, e invierte cada penique de éstos en pirulíes!
Ustedes tenían que haber visto la sonrisa justa, brillante arrastrarse desde una de esas orejas inocentes a la otra, tenían que haber observado ese rostro esparcirse por todos lados con hoyuelos, debían haber contemplado las lágrimas de júbilo saltar rutilando de sus ojos, y derramarse por toda la camisa limpia de su padre, ¡que él no había tenido puesta más de quince minutos! Cady Stanton era incapaz de traer mal a la familia Grile tanto tiempo, como el precio de los dulces permaneciera inmutable.

Título original: Mr. Grile’s Girl, publicado por primera vez en The Fiend's Delight, 1873, con la firma: "Dod Grile".
Imagen: John Singer Sargent, Portrait of girl in sailor outfit, XIX.