
Yo tengo un amigo quien nunca fue un miembro de la iglesia, pero fue, y es un millonario -un generoso benevolente millonario-, quien una vez fue por alrededor haciendo el bien con sigilo, pero con una preferencia natural a hacerlo en su oficina. Un día se le metió en su mollera pensativa, que le gustaría asistir en la erección del edificio de una iglesia nueva, para reemplazar la estructura inadecuada y desgastada, en la que cierta menuda congregación de su pueblo entonces adoraba. Así que esbozó un papel de suscripción, encabezó con modestia la lista con un “Cristiano, 2000 dólares”, e inició a uno de los diáconos de alrededor con ésta. En unos pocos días el diácono vino de vuelta a él, como la paloma al arca, diciendo que había tenido éxito en procurar unos pocos nombres, pero la prensa de su negocio privado era tal, que se había sentido compelido a confiar el papel al diácono Smith.
Al día siguiente el documento fue
presentado a mi amigo, casi tan blanco como cuando éste dejó sus manos.
El hermano Smith explicó que él (Smith) había iniciado esta cosa, y un
hermano que se llamaba “Cristiano”, cuyo nombre no estaba en libertad de
descubrir, había puesto 2,000 dólares. ¿Los auxiliaría nuestro amigo con
un importe igual? Nuestro amigo tomó el papel y escribió “Filántropo, 1000
dólares”, y el hermano Smith se fue.
En alrededor de una semana
el hermano Jones hizo acto de presencia con el papel de suscripción. Con
unos esfuerzos extraordinarios el hermano Jones -pensando que una hermosa iglesia nueva sería un ornamento para el pueblo y aumentaría el valor
de los bienes raíces-, había conseguido a dos hermanos, quienes deseaban
permanecer incóg., que suscribían: “Cristiano” 2000 dólares”, y
“Filántropo” 1000 dólares. ¿Ayudaría mi amigo con amabilidad junto a una
congregación luchadora? Mi amigo lo haría. Él escribió “Ciudadano, 500
dólares”, prometiendo el hermano Jones, como había prometido a los
otros, no revelar su nombre hasta que fuera tiempo de pagar.
Algunas
semanas después, un clérigo dio un paso a la habitación de contaduría de mi
amigo y, después de presentarse sonriendo, sacó la idéntica lista de suscripción.
-Sr. K. -dijo-, yo espero que usted va a perdonar la
libertad, pero he puesto en pie un pequeño esquema, para erigir una iglesia nueva para nuestra congregación, y tres de los hermanos lo han
suscrito de modo hermoso. ¿Le importaría a usted hacer algo para ayudar
con la buena obra?
Mi amigo miró por encima de sus anteojos al
papel ofrecido. ¡Se levantó en su ira! ¡Se encumbró! Agarrando una pluma
cargada se abalanzó sobre la hoja limpia y rasguñó encima en
caracteres rabiosos, “Pecador impenitente, ni un céntimo, ¡por G..!”
Después
de una breve conferencia explicatoria, el ministro se fue pensativo por su camino. Esa congregación luchadora aún adora con devoción en su
templo original, no pretensioso.
Título original: The New Church that was not Built, publicado por primera vez en The Fiend's Delight, 1873, con la firma: "Dod Grile".
Imagen: Pino Daeni, Oil painting, XXI.