sábado, 15 de septiembre de 2012

El sr. Gish hace un presente


En la temporada de hacer presentes mi amigo Stockdoddle Gish, esq., pensó que cedería tan lejos su superioridad a la insignificante porción de la humanidad afuera de su propio chaleco, como para seguir una de sus costumbres. El sr. Gish tenía una amiga, una mujer delicada de la clase encogida, a quien favorecía con su estimación como una clase de equivalente, por el respeto que ella le concedía cuando él la miraba ceñudo. Nuestro héroe enumeraba entre las bendiciones, que su mérito había extorsionado a la mezquina naturaleza, un sabueso flaco, entre cuya cabeza y cuerpo existía casi la misma proporción, como entre los de un pez gato, al que asimismo semejaba en el asunto de la boca. En cuanto a los costados, ese cachorro precioso no era disímil a un cajón de vajilla cubierto con soltura por una sábana mojada. En el apetito era liberal y cosmopolita, amando una piel de oveja seca, así mismo en proporción con su peso como una caldera de jabón. La villa que el sr. Gish honraba con su residencia, había sido mantenida por algunos años en el mareante borde de la ruina financiera, por la manutención de ese animal.
El lector ya habrá supuesto que era esa bestia, la que nuestro héroe seleccionó para testificar su tolerancia de su dama amiga. Nunca hubo un mayor equívoco. El sr. Gish meramente le presentó a ella un haz de surtidogusanos de carnada, pulcramente amarrados con una cinta rosada atada en un nudo simple. El perro era una reliquia e iba a descender a los Gishes de la siguiente generación, por la directa línea de la herencia.

Título original: Mr. Gish Makes a Present, publicado por primera vez en The Fiend's Delight, 1873, con la firma: "Dod Grile".
Imagen: Mattias Norén, A Gentleman's Hurricane (detail), 2007.