miércoles, 6 de octubre de 2010

La ciencia al frente


En conexión con este sujeto de la “desaparición misteriosa” -de la que cada memoria almacena ejemplo abundante- es pertinente anotar la creencia del dr. Hem, de Leipzig; no a modo de explicación, a menos que el lector pueda elegir tomarlo así, sino por su interés intrínseco como especulación singular. Este distinguido científico ha expuesto sus puntos de vista en un libro titulado Verschwinden Theorie und Sena, que ha atraído cierta atención, “en particular -dice un escritor-, entre los seguidores de Hegel, y los matemáticos que abrazan la existencia real del así llamado espacio no-euclidiano, lo que es decir, del espacio que tiene más dimensiones que longitud, anchura y espesor; un espacio en el que sería posible hacer un nudo en una cuerda sin fin, y voltear una bola de goma de adentro afuera sin ‘una solución de su continuidad’, o en otras palabras, sin romperla o agrietarla”.
El dr. Hem cree que en el mundo visible hay lugares vacíos -vacuos, y algo más- agujeros, como si fuese, a través de los que los objetos animados e inanimados pueden caer en el mundo invisible, y no ser vistos ni oídos más. La teoría es algo como esto: el espacio está invadido por un éter luminoso, que es una cosa material, tanto una sustancia como el aire o el agua, aunque casi infinitamente más atenuado. Toda la fuerza, todas las formas de energía deben propagarse en éste; cada proceso debe tener lugar en éste, que tiene lugar del todo. Pero vamos a suponer que las cavidades existen en ese medio de otra manera universal, como las cavernas existen en la tierra o las células en un queso suizo. En tal cavidad no habría absolutamente nada. Habría tal vacío que no puede ser artificialmente producido, pues si bombeamos el aire de un recipiente queda el éter luminoso. A través de una de esas cavidades la luz no podría pasar, pues no habría nada que la porte. El sonido no podría venir de éste, nada se podría sentir en éste. No habría ni una sola de las condiciones necesarias para la acción de alguno de nuestros sentidos. En ese vacío, en resumen, nada que sea podría ocurrir. Ahora, en las palabras del escritor antes citado, el estudiado doctor por sí mismo, en ningún lugar, lo pone de modo tan conciso: “Un hombre encerrado en tal armario no podría ver ni ser visto, ni oír ni ser oído, ni sentir ni ser sentido, ni vivir ni morir, pues la vida y la muerte ambas son procesos, que pueden tener lugar sólo donde hay una fuerza, y en el espacio vacío la fuerza no podría existir." ¿Son estas las horribles condiciones (alguno va a preguntar) bajo las que, los amigos de los perdidos deben pensar que ellos existen, y están condenados a existir para siempre?
De forma desnuda e imperfecta como se declara aquí, la teoría del dr. Hem, tan lejos como ésta profesa ser una explicación adecuada de las “desapariciones misteriosas”, está abierta a muchas objeciones obvias, al menos como lo declara él mismo en la “espaciosa volubilidad” de su libro. Pero incluso como expuesto por su autor eso no explica, y en verdad es incompatible con algunos incidentes, las ocurrencias relatadas en este memorando: por ejemplo, el sonido de la voz de Charles Ashmore. No es mi deber dotar a los hechos y las teorías de afinidad.

Título original: Science to the Front, publicado por primera vez en Collected Works of Ambrose Bierce, The Neale Publishing Company, 1909, con la firma: "Ambrose Bierce".
Imagen: Ubuntulife.wordpress.com, Space Art Wallpapers, XXI.