sábado, 23 de agosto de 2014

Un poco de Chickamauga


La historia de esa lucha horrenda es bien conocida, yo no tengo la intención de registrarla aquí, sino sólo de relatar alguna parte de lo que vi de ésta, mi propósito no es la instrucción, sino el entretenimiento.
Yo era un oficial de personal de una brigada federal. Chickamauga no era mi primera batalla por mucho, pues aunque era apenas más que un muchacho en años, había servido en el frente desde el principio del conflicto, y había visto lo suficiente de la guerra para tener un justo entendimiento de ésta. Nosotros sabíamos lo suficiente bien que iba a haber una pelea: el hecho de que no queríamos una nos hubiera dicho, para qué Bragg siempre se retiraba cuando queríamos pelear, y peleaba cuando más deseábamos la paz. Lo habíamos maniobrado afuera de Chattanooga, pero no habíamos maniobrado nuestro ejército entero adentro de ésta, y él fue atrás con tal hosquedad, que esos de nosotros que lo seguían, manteniéndolo realmente a la vista, estaban en una buena porción más preocupados por efectuar una unificación con el resto de nuestro ejército, que por incrementar la persecución. Por el tiempo en que Rosecrans había juntado sus tres cuerpos dispersos, nosotros estábamos a un largo camino de Chattanooga, con nuestra línea de comunicación con ésta tan expuesta, que Bragg volvió para apoderarse de ella. Chickamauga fue una pelea por la posesión de un camino.
A lo largo de ese camino corrieron los cuerpos de Crittenden, con los de Thomas y McCook, que antes no habían atravesado éste. Todo el ejército se estaba moviendo por su izquierda.
Allí hubo una pelea aguda todo el tiempo y todo el día, pues la foresta era tan densa, que las líneas hostiles llegaban casi al contacto antes de que la pelea fuera posible. Una instancia fue particularmente horrible. Después de algunas horas de embestida cercana mi brigada, con unas piezas fallidas y unas cajas de cartuchos exhaustas, fue relevada y retirada al camino, para proteger varias baterías de artillería -probablemente, dos docenas de piezas-, que dominaban un campo abierto en la retaguardia de nuestra línea. Antes de que nuestros hombres, cansados ​​y virtualmente desarmados, hubieran alcanzado en realidad los cañones, la línea en frente cedió, fue de vuelta atrás de los cañones y se fue el Señor sabe a dónde. Un momento después el campo estaba gris, con los confederados en persecución. Entonces los cañones abrieron fuego con munición y botes de metralla, y por acaso cinco minutos -pareció una hora- nada pudo ser oído, salvo el estruendo infernal de su descarga, y nada visto a través del humo, salvo una gran ascensión de polvo del suelo magullado. Cuando todo hubo terminado, y la nube de polvo se hubo elevado, el espectáculo era demasiado espantoso para describirlo. Los confederados todavía estaban allí -todos ellos, al parecer-, algunos casi debajo de las bocas de los cañones. Pero ni un hombre de todos esos tipos bravos estaba sobre sus pies, y estaban todos tan densamente cubiertos de polvo, que parecía como si hubieran sido revestidos de amarillo.
"Enterramos a nuestros muertos", dijo un artillero ceñudo, aunque sin dudas todos fueron excavados después, pues algunos estaban parcialmente vivos.
A un "día de peligro" sucedió una "noche de vigilia." El enemigo se mantuvo por todas partes detrás del camino, continuó estirando su línea hacia el norte, con la esperanza de sobresituarse y ponerse entre nosotros y Chattanooga. Nosotros no veíamos ni oíamos su movimiento, pero cualquier hombre con media cabeza hubiera sabido que lo estaba haciendo, y lo recibimos con un movimiento paralelo hacia nuestra izquierda. Por la mañana habíamos bordeado a lo largo de buena manera, y levantado rudas trincheras a una pequeña distancia del camino, en el lado amenazado. El día no estaba muy avanzado, cuando fuimos atacados furiosamente a todo lo largo de la línea, empezando por la izquierda. Cuando era rechazado, el enemigo venía una y otra vez, su persistencia era desalentadora. Parecía estar utilizando contra nosotros la ley de probabilidades: entre tantos esfuerzos uno, eventualmente, tendría éxito.
Uno lo tuvo, y fue mi suerte verlo ganar. Yo había sido enviado por mi jefe, el general Hazen, para ordenar alguna munición de artillería, y cabalgué hacia la derecha y la retaguardia en busca de ésta. Hallando un tren de pertrechos, obtuve del oficial a cargo unas pocas carretas cargadas con lo que yo quería, pero él parecía tener dudas en cuanto a nuestra ocupación de la región, por la cual yo le propuse guiarlos. Aunque le aseguré que justo la había atravesado, y que ésta estaba inmediato detrás de la división de Wood, él insistió en cabalgar a la cima de la loma, detrás de la cual estaba su tren y observar el terreno. Nosotros hicimos así, y para mi asombro vi el campo entero al frente abarrotado de confederados, ¡la misma tierra parecía estarse moviendo hacia nosotros! Éstos venían en miles y tan rápido, que nosotros apenas tuvimos tiempo para volver la cola y galopar colina abajo y lejos, dejándolos en posesión del tren, muchas de las carretas siendo volcadas, por los esfuerzos frenéticos para ponerlas de vuelta. Por qué milagro ese oficial había sentido la situación, yo no lo supe, pues nos separamos allí entonces y nunca lo vi de nuevo.
Por un malentendido, la división de Wood había sido retirada de nuestra línea de batalla, justo mientras el enemigo estaba haciendo un asalto. A través de una brecha de media milla, los confederados cargaban sin oposición, cortando nuestro ejército limpiamente en dos. Las divisiones de la derecha fueron partidas y, con el general Rosecrans en su medio, huyeron como pudieron por el campo, llegando eventualmente a Chattanooga, donde Rosecrans telegrafió a Washington la destrucción del resto de su ejército. El resto de su ejército estaba parado en su terreno.
Una buena porción de tontería se suele decir sobre el heroísmo del general Garfield, quien, atrapado en la fuga de la derecha, no obstante, fue atrás y se unió a la no derrotada izquierda bajo el general Thomas. No había un gran heroísmo en eso, eso es lo que todo hombre debería haber hecho, incluyendo el comandante del ejército. Nosotros podíamos oír los cañones de Thomas yendo -esos que tenían oídos para éstos-, y todo lo que se necesitaba era hacer un desvío lo suficiente amplio, y entonces moverse hacia el sonido. Yo mismo hice así, y nunca he sentido que eso debiera hacerme presidente. Además, en mi camino encontré al general Negley, y habiéndome dado, mis deberes como ingeniero topográfico, algún conocimiento del estado de la tierra, le ofrecí pilotarlo de vuelta a la gloria o la tumba. Yo siento decir, que mis buenos oficios fueron rechazados de modo un poco incivil, lo que atribuí de forma caritativa a la obvia ausencia de mente del general. Su mente, pienso, estaba en Nashville, detrás de un parapeto.
Incapaz de encontrar mi brigada, reporté al general Thomas, quien me ordenó que me quedara con él. Él había asumido el comando de todas las fuerzas aún intactas, y era asediado de modo bastante cercano. La batalla era feroz y continua, el enemigo extendía sus líneas más y más alrededor de nuestra derecha, hacia nuestra línea de retirada. Nosotros no podríamos enfrentar la extensión de otra forma, que "rehusando" a nuestro flanco derecho y dejando que nos cercara, lo cual, salvo por el galante Gordon Granger, hubiera hecho de modo inevitable.
Ésta fue la forma de ésta. Mirando sobre los campos de nuestra retaguardia (más bien con añoranza), yo tuve la feliz distinción de un descubridor. Lo que vi fue el destello de la luz solar en el metal: ¡unas líneas de tropas estaban viniendo detrás de nosotros! La distancia era demasiado grande, la atmósfera demasiado brumosa para distinguir el color de su uniforme, incluso con unos anteojos. Reportado mi "hallazgo" sustancial, fui dirigido por el general a ir a ver quiénes eran. Galopando hacia ellos lo suficiente cerca para ver que eran de nuestra índole, me apresuré atrás con las gratas nuevas y fui enviado de nuevo, para guiarlos a la posición del general.
Era el general Granger con dos fuertes brigadas de la reserva, moviéndose como soldados hacia el sonido del tiroteo pesado. Recibido a él y a su personal lo dirigí a Thomas, e incapaz de pensar en alguna cosa mejor que hacer, decidí ir de visita. Yo sabía que tenía un hermano en esa banda, un oficial de una batería de Ohio. Pronto lo encontré cerca de la cabeza de una columna, y mientras nos movíamos adelante, tuvimos una charla confortable entre tales de las balas enemigas, que de modo inconsiderado habían sido disparadas demasiado alto. El incidente fue un poco malogrado por otro oficial de la batería, uno de esos sin caballo, a quien apoyamos contra un árbol y dejamos. ¡Unos pocos momentos después, la fuerza de Granger fue puesta a la derecha y la pelea fue terrífica!
Por accidente yo entonces encontré la brigada de Hazen -o lo que quedaba de ésta-, que había hecho una marcha de media milla, para agregarse a la no fugada en la memorable colina Snodgrass. La primera observación de Hazen a mí, fue una indagación sobre esa munición de artillería, por la que me había enviado.
Era necesaria muy lo suficiente, como lo era de otros tipos: en las últimas una o dos horas de ese día interminable, los hombres de Granger eran los únicos que tenían suficiente munición, para dar una pelea de cinco minutos. Hubieran los confederados hecho un ataque general más, nosotros tendríamos que haberlos recibido con la sola bayoneta. Yo no sé por qué no lo hicieron; probablemente, estaban cortos de munición. Sé, sin embargo, que mientras el sol se estaba tomando su propio tiempo para ponerse, nosotros vivíamos la agonía de al menos una muerte cada uno, esperando que ellos vinieran.
Por último se hizo demasiado oscuro para pelear. Entonces lejos a nuestra izquierda, y un poco en la retaguardia de la gente de Bragg se levantó "el grito rebelde." Éste se fue alzando de forma sucesiva, y pasó en redondo hacia nuestro frente, a lo largo de nuestra derecha y detrás de nosotros de nuevo, hasta que pareció haber llegado casi al punto donde empezó. Era el sonido más feo que cualquier mortal jamás oyera, incluso un mortal exhausto y enervado por dos días de pelea dura, sin dormir, sin descanso, sin comida y sin esperanza. Había, sin embargo, un espacio en algún lugar al fondo de nosotros, sobre el cual ese grito horrible no se prolongó en sí mismo; y a través de ése nosotros, finalmente, nos retiramos en profundo silencio y desaliento, no molestados.
Para esos de nosotros que han sobrevivido a ambos ataques de Bragg y el tiempo, y que guardan en la memoria a los queridos camaradas muertos, a quienes dejamos sobre ese campo fatídico, el lugar significa mucho. Puede éste significar algo menos para los hombres más jóvenes, cuyas tiendas están ahora acampadas donde, con las cabezas inclinadas y las manos apretadas, los grandes ángeles de Dios se colocan de modo invisible entre los héroes de azul y los héroes de gris, que duermen su último sueño en los bosques de Chickamauga.

Título original: A Little of Chickamauga, publicado por primera vez en San Francisco Examiner, 1898, con la firma: "Ambrose Bierce".
Imagen: Mort Kunstler, Hero of Little Round Top, XX.

lunes, 14 de julio de 2014

De Diarios corrientes


...Henry Wolfe, de Kentucky, de ciento ocho años de edad, quien nunca había estado enfermo en su vida, se acostó un buen día, y se aserró el cuello a la mitad con una navaja. Henry no creía en la auto-masacre, él la despreciaba. Era la opinión de Henry que, como Dios nos había puesto aquí, nosotros debíamos quedarnos hasta que fuera su placer removernos. Esa es asimismo nuestra opinión, y la opinión de todos los otros buenos cristianos a quienes les gustaría morir, pero tienen miedo de hacerlo. Va a ser observado, que Henry no podría reclamar originalidad de opinión. 
Pero hay un punto más allá del cual, la esperanza diferida pone enfermo al corazón, y Henry había pasado ese punto. Él esperó con paciencia, hasta que estuvo desnudo de cuero cabelludo y sordo del oído. Soportó sin quejarse la espalda encorvada, los ojos invidentes, y el incidente de las articulaciones crujientes en la sobre-madurez. Pero cuando vio a un hombre que perecía de senilidad, quien en la infancia lo había llamado "viejo Hank", el sr. Wolfe pensó que la paciencia había dejado de ser comendable, y abandonó su puesto de deber sin ser regularmente relevado.
Debe ser esperado va a ser calurosamente castigado por eso.

Título original: Sin título, publicado por primera vez en The Fiend's Delight, 1873, con la firma: "Dod Grile".
Imagen: Hauntworld, The Haunted Farm (detail), XXI. 

jueves, 15 de mayo de 2014

De soldadura negra


Un corresponsal escéptico me pide una opinión sobre las cualidades de lucha de nuestros regimientos de color. Realmente, yo pensaba que la cuestión se había asentado hacía largo tiempo. El negro va a luchar y luchar bien. Desde el tiempo cuando nosotros empezamos a usarlo en la guerra civil, a través de todo su servicio contra los indios en la frontera, hasta el día de hoy, no ha fallado en portarse él mismo de forma aceptable para sus oficiales blancos. Yo testifico eso con más júbilo, porque fui en un tiempo un dudoso. Bajo una orden general del cuartel principal del ejército, o posiblemente del departamento de guerra, yo una vez, en un estallido de ambición, apliqué para el rango de oficial de campo de las tropas de color, siendo entonces un oficial de línea de las tropas blancas. Antes de que mi aplicación hubiera actuado, me había arrepentido y persuadido a mí mismo de que los oscuros no lucharían; así, cuando se ordenó que me reportara al cuerpo de oficiales apropiado, con vista a la satisfacción de mi deseo, yo me “eché atrás” y me aseguré una “influencia”, que me permitió quedarme en mi estación humilde. Pero en la batalla de Nashville, caí en la cuenta de que yo mismo había hecho el tonto. Durante los dos días de esa embestida memorable, el único revés sufrido por nuestras armas fue en un asalto a Overton Hill, un saliente fortificado de la línea confederada en el segundo día. Las tropas rechazadas fueron una brigada de la división de Beatty, y una brigada de color de tropas crudas, que había sido traída de un campamento de instrucción en Chattanooga. Yo estaba sirviendo en el personal del gral. Beatty, pero no estaba cumpliendo el deber ese día, estando discapacitado por una herida, sólo sentado en la montura y mirando. Viendo a los oscuros ir por nuestra izquierda, me interesé de modo natural y los observé más atentamente. Una mejor lucha nunca fue hecha. El frente del terraplén enemigo, estaba protegido por una intrincada abatida de árboles talados, despojados de su follaje y ramas. A través de ese obstáculo un gato habría hecho un progreso lento; su pasaje por tropas bajo fuego era desesperado desde un principio, incluso los negros muchachos inexpertos deben haber sabido eso. Éstos no dudaron un momento: sus largas líneas se arrastraron hacia esa obstrucción fatal en perfecto orden, y se quedaron allí tan largo tiempo, como esos de los veteranos blancos a su derecha. Y como muchos de esos se quedaron en proporción, hasta ser llevados y enterrados después de la acción. Fue un tan bonito ejemplo de coraje y disciplina, como uno podría desear ver. En orden de que mi desconcierto y humillación pudieran carecer de nada para completarse, se me dijo después, que uno de sus oficiales de campo alcanzó a forzar su caballo a través de una ruptura en la abatida, y fue acribillado a balazos en la ladera del parapeto. ¡Pero para mi abjuración de la fe en las cualidades de lucha de los negros, yo podría acaso haber sido tan afortunado como para ser ese hombre!

Título original: On Black Soldiering, publicado por primera vez en San Francisco Examiner, 1898, con la firma: "Ambrose Bierce".
Imagen: Mort Kunstler, Col. Robert Shaw and the 54th Massachusetts, XXI.

lunes, 14 de abril de 2014

De Noticias obituarias

 
...El siguiente reporte de una autopsia, es de peculiar interés para los médicos y los cristianos: caja 81, felo de se.1 Yow Kow, amarillo, varón, chino, 94 años, hallado muerto en la calle, adicto al opio. Autopsia: dieciséis horas después de la muerte. Babeando por la boca, la cabeza hundida, inmenso rigor mortis, ojos dilatados y sacados, abdomen lacerado, hemorragia desde la oreja izquierda. Cabeza. Agua en el cerebro, cuero cabelludo congestionado, más bien, cuando estalló por un mazo, el interior de la cabeza semejaba un mapa de guerra. Tórax. Carga de perdigón en el pulmón izquierdo, diafragma difundido, marcas de dedo de corazón deficiente en esa vecindad, rastros de clavos de herradura afuera. Abdomen. Lacerado como antedicho, intestino delgado obstruido con polvo de ladrillo, tirador en el duodeno, tacón de bota incrustado en la pelvis, cuchillo de carnicero fijo con rigidez en el riñón derecho.
Observaciones: la inmigración china arruinará cualquier país del mundo. 

1Felo de se, en la ley común inglesa término arcaico que significa suicidio.

Título original: Sin título, publicado por primera vez en The Fiend's Delight, 1873, con la firma: "Dod Grile".
Imagen: Pieter Claesz, Vanité, 1630. 

jueves, 20 de febrero de 2014

De Noticias obituarias


...Un asiático muerto fue hallado, recientemente, en una zanja en el condado de Nevada. Su cabeza, como la del sapo, tenía una preciosa joya encajada en sí, como del tamaño de una sandía ordinaria, y una clara mayoría de sus dedos de las manos, los pies y las facciones había recibido entierro cristiano, en los estómagos de diversos cerdos contiguos con comisiones errabundas. Como él parecía no deseoso de declarar quién era, o cómo había obtenido su merecido, fue repuesto con ternura en su zanja última, y sus descubridores procedieron ociosamente por el forense. Al arribo de ese funcionario público algunos días más tarde, se descubrió una pila de huesos bien limpiados con este epitafio conmovedor, inscrito con lápiz de plomo en un segmento del cráneo:
Tu vida no puede ser la masticada de un patán chino, ejecutado por mí por ofensas políticas, y comido por mis cerdos hambrientos, que no tenían nada delante, desde que el jefe de la cárcel se robó mi maízBill Roper, y de tal es el reino que viene".1

1Ofrezco traducción aproximada (casi inventada) debido al slang enigmático del original. Si algún anglófono se dignara a contribuir a la exactitud de la traducción... (N. del T.)  

Título original: Sin título, publicado por primera vez en The Fiend's Delight, 1873, con la firma: "Dod Grile".
Imagen: Worachai Yosthamrong, Still life with skull near old book and yellow candle, XXI.

martes, 11 de febrero de 2014

De Noticias obituarias


...¡Yo Hop está muerto! Fue visto vivo por última vez hacia las tres de la mañana ayer, por un labrador blanco que estaba volviendo a casa, después de una alargada orgía en una posada de Barbary Coast, y en ese tiempo parecía estar en indiscutible posesión de todas sus facultades, el remanente de su propiedad personal habiendo sido transferido al labrador blanco antedicho. En el momento aludido, el sr. Hop estaba en el acto de lanzar sus brazos arriba, como para guardarse de algún peligro inminente en las manos del único espectador. Un instante más tarde experimentó una de esas muertes súbitas, que han hecho esta ciudad popular-famosa y quirúrgico-interesante.
El llorado tenía cuarenta años de edad, cuánto tiempo más podría haber vivido en su propio país, es imposible de determinar, pero es de señalar que el clima de California es muy fatigoso para las personas de su organismo peculiar. El cuerpo fue tomado a cargo con amabilidad por un residente del vecindario, y ahora yace de cuerpo presente en su patio trasero, donde está siendo preparado con cuidado para el entierro por esos hábiles sabuesos de los sres. Lassirator, Mangler y Chure, cuyos nombres son una garantía suficiente, de que los ritos fúnebres van a ser realizados de una manera adecuada a la ocasión solemne.
Extendemos a la viuda desolada nuestra sincera simpatía en las tarifas regulares. La causa del deceso del sr. Hop es desconocida. Es no importante.

Título original: Sin título, publicado por primera vez en The Fiend's Delight, 1873, con la firma: "Dod Grile".
Imagen: Worachai Yosthamrong, Still life with skull near old book and yellow candle, XXI.

sábado, 8 de febrero de 2014

De Noticias obituarias


...Durante la semana que recién rodó a la eternidad, nuestra ciudad se ha sumido en el dolor más profundo. Ese, quien hace todas las cosas bien, aunque bajo nuestro débil entendimiento humano, sus actos pueden verse a veces con sabor a injusticia, ha visto adecuado remover de entre nosotros a uno, cuyo genio y vida inculpable, lo habían hecho querido para amigo y enemigo por igual.
Al decir que el sr. Jowler fue un perro de habilidades preeminentes y virtudes excepcionales, sólo hacemos eco vagamente del veredicto de un universo desolado. Dotado de un intelecto gigantesco y un corazón cálido, modesto en su conducta, genial en su intercurso con amigos y conocidos, e indulgente con los extraños (con quienes siempre mantuvo las relaciones más cordiales, no dañado por la grosa familiaridad, demasiado común entre los perros de razas inferiores), inofensivo en su caminata diaria y conversación, el difunto era universalmente respetado, y su pérdida va a ser incluso más generalmente deplorada.
Sería una obra de supererogación, el dar un résumé de la carrera pública de uno tan bien conocido, de uno cuyo nombre se ha vuelto una palabra casera. En la vida privada su carácter era igualmente estimable. Tuvo siempre un meneo de incentivo para el joven, el mal-favorecido, el apaleado y el sarnoso. Aunque su espíritu gentil ha fallecido, ha dejado con nosotros el registro de sus virtudes como un ejemplo brillante para todos los cachorros, y el escritor se complace en admitir eso tan lejos, como en éste yace que él mismo se ha esforzado por sacar provecho de eso.

Título original: Sin título, publicado por primera vez en The Fiend's Delight, 1873, con la firma: "Dod Grile".
Imagen: Memo-adv, Dog Skull, XXI.

viernes, 7 de febrero de 2014

De Noticias obituarias


...El sr. Bildad Gorcas, cuya muerte ha lanzado una manta mojada de tristeza sobre nuestra comunidad, era un hombre en comparación desconocido, pero su vida brinda una lección instructiva para los hígados veloces. El sr. Gorcas nunca en su vida probó bebidas ardientes, comió carnes especiadas o estuvo sentado más tarde de las nueve de la noche. Se levantaba en verano e invierno a las dos a.m., y se pasaba una hora y tres cuartos inmerso en agua helada. Por los últimos veinte años ha caminado quince millas diarias antes del desayuno, y luego ido sin desayuno. Durante sus horas de vigilia nunca estuvo un momento ocioso, cuando no en el trabajo duro, estaba tratando de pensar. Hasta el tiempo de su muerte, que ocurrió el domingo pasado, nunca había hablado a un doctor, nunca tuvo ocasión de maldecir a un dentista, tenía una lujosa mata de cabello veteado, y no había una arruga en alguna parte de su cuerpo. Si no hubiera sido cortado al caer a través de una sierra circular, a la temprana edad de treintidós años, no se sabe cuánto tiempo podría haber capeado eso.
Una vida como la suya es un ejemplo tan brillante y radiante, que casi sentimos haya muerto.

Título original: Sin título, publicado por primera vez en The Fiend's Delight, 1873, con la firma: "Dod Grile".
Imagen: Pieter Claesz, Still Life with a Skull and a Writing Quill, 1628.

martes, 4 de febrero de 2014

De Noticias obituarias


...Estamos compelidos de modo reluctante a relatar la muerte intemporal de la sra. Margaret Ann Picklefinch, que ocurrió hacia la una de la mañana ayer. Las circunstancias que acompañaron al evento melancólico fueron éstas:
Justo antes de la hora nombrada su marido, el bien conocido temperado disertador, y menos conocido en general temperado escuchador, llegó a la casa de una aplazada reunión de la Legión del agua fría, y se retiró muy borracho. Su estimable dama se paró y le tironeó las botas, a lo usual. Él se metió en la cama y ella se acostó a su lado. Ella emitió un afable preliminar juramento de ternura, y súbitamente dejó de hablar. Debe haber sido hacia esa hora que murió. Con la luz del día él la invitó a pararse y hacer el fuego. No detectando movimiento en su cuerpo reforzó la disciplina familiar. El sonido duro peculiar de su esposa golpeando el suelo, primero despertó sus sospechas del despojo que había sufrido, y al levantarse más tarde en el día encontró sus primeros temores realizados, la dama había desistido del reclamo de su protección ulterior.
Extendemos al sr. P. nuestra sincera simpatía, en la grandiosa calamidad que le puede suceder a un hombre inmatrimonial. El inconsolable sobreviviente tocó en nuestra oficina la tarde pasada, conversó con sentimiento por algunos momentos sobre las virtudes de la querida partida, y se fue con el aire de un perro que ha tenido su cola abreviada, y está forzado a empezar una vida nueva. Verdaderamente, los decretos de la Providencia a veces parecen absurdos.

Título original: Sin título, publicado por primera vez en The Fiend's Delight, 1873, con la firma: "Dod Grile".
Imagen: Claude Monet, Nature morte: le quartier de viande, XIX.

domingo, 2 de febrero de 2014

De Noticias obituarias


...Es con un sentimiento de pesar profesional, que registramos la muerte del sr. Jacob Pigwidgeon. El difunto fue uno de nuestros más tempranos pioneros, quien llegó a este Estado mucho antes de que fuera necesitado. Su edad es un asunto de mera conjetura; probablemente, era menos avanzado en años de lo que Matusalén habría sido, si hubiera practicado una temperancia razonable en el comer y beber. El sr. Pigwidgeon fue un caballero de piedad sincera pero modesta, profundamente respetado por todos quienes se imaginaban a sí mismos como él. Probablemente, ningún hombre de su día ejerció tan peculiar influencia en la sociedad. Siempre el primero en toda buena obra, fuera de la cual no hubiera cualquier cosa para hacer, dispensador sin escatimar de todas las especies de caridad, que pagaran una comisión al desembolsante, el sr. Pigwidgeon fue un modelo de generosidad, pero prodigaba sus favores con tal modestia, que su mano izquierda sabía raramente qué bolsillo estaba aliviando su mano derecha. Durante los problemas del 56, fue cercanamente identificado con el Comité de vigilancia, siendo instruido por ese cuerpo con la importante misión de ir a Nevada, y permanecer allí. En 1863 fue elegido miembro honorario de la Sociedad para la prevención de humanidad hacia los chinos, y no hay la menor duda de que él podría haber sido cualquier cosa, tan activa fue la estima con la cual inspiró a esos, por quienes era deseado que debiera votar.
Originalmente nacido en Massachusetts, pero por veintiún años un nativo de California y parcialmente calvo, poseyendo una natura cosmopolita que amaba un chelín inglés así mismo, en proporción a su valor, como un dólar mexicano, el sujeto de nuestra memoria era uno a quien era un honor conocer, y cuya amistad cercana era un lujo que sólo el afluente se podía permitir. Va a ser incluso la jactancia más orgullosa del escritor, que él la disfrutó a menos de la mitad de las tarifas usuales.
Las circunstancias que acompañaron su despegue fueron las más lamentables. Él había estado por algún tiempo muy deprimido de espíritu, de un tipo y del otro, y en la mañana del pasado miércoles se observó que echaba espuma por la boca. No se prestó atención a eso, creyendo su familia que era un síntoma de la hidrofobia, con la cual había sido afligido desde la cuna. Súbitamente, un extraño de ojos oscuros entró a la casa, tomó el cuello del paciente entre su pulgar e índice, se arrojó el cuerpo a través de su hombro, guiñó de modo respetuoso a la viuda desolada, y se retiró por la vía del sótano de la cocina. ¡Adiós, alma pura!, nos vamos a reunir de nuevo.

Título original: Sin título, publicado por primera vez en The Fiend's Delight, 1873, con la firma: "Dod Grile".
Imagen: Guido Mocafico, Vanités, 2007.

sábado, 1 de febrero de 2014

De Diarios corrientes


...El sr. J.L. Dummle, uno de nuestros ciudadanos más respetados, salió de su casa para ir, como dijo, a su oficina. No había nada inusual en su conducta, y él parecía estar con su acostumbrada salud y espíritu. No es sabido que hubiera algo en sus affairs financiero o doméstico, que hiciera la vida disgustosa para él. Una media hora después de separarse de su familia, fue visto conversando con un amigo en la esquina de las calles Kearny y Sutter, de cuyo punto parece haber ido directamente a la calle Vallejo del muelle. Fue visto allí por el capitán del vapor New World, parado en la punta extrema del muelle, pero la circunstancia no despertó ninguna sospecha en la mente del capitán, de quien era bien conocido. En ese momento algún negocio trivial desvió la atención del capitán, y él no vio más al sr. Dummle, pero se ha averiguado que el último procedió directamente a la casa, donde ahora puede ser visto por cualquier deseoso de obtener más particulares, del evento melancólico aquí narrado.
El sr. Dummle habla de éste con perfecta franqueza y compostura.

Título original: Sin título, publicado por primera vez en The Fiend's Delight, 1873, con la firma: "Dod Grile".
Imagen: Jean Béraud, Leaving Montmartre Cemetery (detail), 1876.