jueves, 15 de mayo de 2014

De soldadura negra


Un corresponsal escéptico me pide una opinión sobre las cualidades de lucha de nuestros regimientos de color. Realmente, yo pensaba que la cuestión se había asentado hacía largo tiempo. El negro va a luchar y luchar bien. Desde el tiempo cuando nosotros empezamos a usarlo en la guerra civil, a través de todo su servicio contra los indios en la frontera, hasta el día de hoy, no ha fallado en portarse él mismo de forma aceptable para sus oficiales blancos. Yo testifico eso con más júbilo, porque fui en un tiempo un dudoso. Bajo una orden general del cuartel principal del ejército, o posiblemente del departamento de guerra, yo una vez, en un estallido de ambición, apliqué para el rango de oficial de campo de las tropas de color, siendo entonces un oficial de línea de las tropas blancas. Antes de que mi aplicación hubiera actuado, me había arrepentido y persuadido a mí mismo de que los oscuros no lucharían; así, cuando se ordenó que me reportara al cuerpo de oficiales apropiado, con vista a la satisfacción de mi deseo, yo me “eché atrás” y me aseguré una “influencia”, que me permitió quedarme en mi estación humilde. Pero en la batalla de Nashville, caí en la cuenta de que yo mismo había hecho el tonto. Durante los dos días de esa embestida memorable, el único revés sufrido por nuestras armas fue en un asalto a Overton Hill, un saliente fortificado de la línea confederada en el segundo día. Las tropas rechazadas fueron una brigada de la división de Beatty, y una brigada de color de tropas crudas, que había sido traída de un campamento de instrucción en Chattanooga. Yo estaba sirviendo en el personal del gral. Beatty, pero no estaba cumpliendo el deber ese día, estando discapacitado por una herida, sólo sentado en la montura y mirando. Viendo a los oscuros ir por nuestra izquierda, me interesé de modo natural y los observé más atentamente. Una mejor lucha nunca fue hecha. El frente del terraplén enemigo, estaba protegido por una intrincada abatida de árboles talados, despojados de su follaje y ramas. A través de ese obstáculo un gato habría hecho un progreso lento; su pasaje por tropas bajo fuego era desesperado desde un principio, incluso los negros muchachos inexpertos deben haber sabido eso. Éstos no dudaron un momento: sus largas líneas se arrastraron hacia esa obstrucción fatal en perfecto orden, y se quedaron allí tan largo tiempo, como esos de los veteranos blancos a su derecha. Y como muchos de esos se quedaron en proporción, hasta ser llevados y enterrados después de la acción. Fue un tan bonito ejemplo de coraje y disciplina, como uno podría desear ver. En orden de que mi desconcierto y humillación pudieran carecer de nada para completarse, se me dijo después, que uno de sus oficiales de campo alcanzó a forzar su caballo a través de una ruptura en la abatida, y fue acribillado a balazos en la ladera del parapeto. ¡Pero para mi abjuración de la fe en las cualidades de lucha de los negros, yo podría acaso haber sido tan afortunado como para ser ese hombre!

Título original: On Black Soldiering, publicado por primera vez en San Francisco Examiner, 1898, con la firma: "Ambrose Bierce".
Imagen: Mort Kunstler, Col. Robert Shaw and the 54th Massachusetts, XXI.