sábado, 25 de agosto de 2012

El doliente del sr. Hunker


Vagando un día por el cementerio de Lone Mountain, mi atención fue arrestada por el pesar inconsolable de un ángel de granito, que lamentaba la pérdida de “Jacob Hunker, de 67 años.” La actitud de sumo desaliento, la mirada de miseria inigualable en el rostro de ese ángel, se hundió en mi corazón como el agua en una esponja. Yo estaba a punto de ofrecer algunas palabras de condolencia cuando otro hombre, similarmente afectado, se puso delante de mí y, posando una mano bastante inestable en el hombro celestial, ladeó atrás un sombrero muy senil y, apuntando al nombre en la piedra, comentó con el más exacto cuidado y escrupuloso acento:
-Amigo suyo, acaso, ¿está muerto hace mucho?
No hubo réplica, él continuó:
-Muy digno hombre, ese Jake, lo conocí en Tuolumne. Buen leñador, Jake.
No hubo respuesta: el caballero se asentó el sombrero aún más lejos atrás, y continuó con una pizca menos de exactitud en el discurso:
-Yo digo, las mujeres jóvenes, Jake fue mi socio en las minas. ¡Buen leñador, yo observé!
La última sentencia fue disparada directo al oído celestial a corta distancia. Ésta no produjo efecto. La paciencia y vigilancia retórica del caballero estaban ahora exhaustas por completo. Éste caminó en redondo y, plantándose desafiante enfrente del vicario doliente, se metió las manos en los bolsillos con tozudez, y repartió la reprensión siguiente, como explosiones deshilvanadas de un puñado de petardos dañados:
-No se va a hacer, niña vieja, si Jake supiera cómo tú estabas tratando a su viejo socio, él justo se levantaría y te arrancaría la cabeza calva, ¡lo haría! Tú no eres amigo suyo y tu pelaje no es bueno, ¡tú apuesta! Ahora tú justo suelta tu botín y lárgate de vuelta al cielo, o que me cuelguen si no tengo una cosa peor, que un robo de caballo por qué responder, esta vez.
Y dio un paso adelante. En ese punto yo interferí.

Título original: Mr. Hunker’s Mourner, publicado por primera vez en The Fiend's Delight, 1873, con la firma: "Dod Grile".
Imagen: Emile Munier, Le Sauvetage, 1894.